viernes, 20 de enero de 2017

Leccion 6: Las despedidas

Desde antes de nacer ya nos encontramos rodeados de personas que después van a ayudar a moldearnos como seres sociales, mediante diversas conductas, actitudes, costumbres, características, etcétera, que van desde lo aparentemente más simple, como asignarnos un nombre que nos acompañará (generalmente) por el resto de la vida, hasta aspectos aún más complejos. El asunto es que con esa ayuda, el ambiente que nos rodea y el propio desarrollo vamos formando lo que será nuestra personalidad; además en este proceso que dura toda la vida, también definimos intereses y valores.



Cuando se es niño o niña, a lo largo de la infancia se tienen amistades muy estrechas con algunos compañeros de la escuela, vecinos, primos, etcétera, a los que nos unen obstante, conforme pasa el tiempo y empezamos a crecer, de la misma manera como cambian nuestro cuerpo nuestras emociones, también se modifica nuestro carácter o forma de ser, la manera como pensamos y/o las cosas que nos gustan y nos interesan.


Entonces puede haber rupturas o distanciamientos con quienes eran nuestros viejos amigos y amigas, para dejar entrar en nuestra vidas a personas que en ese momento serán más afines a nosotros. También puede suceder que estas rupturas ocurran porque terminamos la primaria y debemos cambiar de escuela o porque nuestros padres han encontrado otro lugar mejor para nosotros, porque nos cambiamos de casa, de ciudad y hasta de país.
En estos momentos, las despedidas son difíciles: hay que decir adiós a la gente que queremos y volver a empezar todo el proceso de conocer gente nueva y adaptarnos a nuevos lugares.


Cuando esto ocurre como un proceso natural (es decir, cuando nos separamos de los viejos amigos y amigas porque encontramos otros con quienes nos identificamos más), los sentimientos que se nos presentan son muy variados, desde sentirnos mal porque el otro no deja de llamarnos e invitarnos a jugar y nosotros ya no nos divertimos igual, hasta la situación contraria, cuando somos los que no debamos de invitar al otro y recibimos siempre negativas de su parte, en cuyo caso nos sentimos solos, traicionados y abandonados. Aquí las despedidas son de otro tipo y en ocasiones son adioses solitarios, íntimos y callados, pero en ambos casos inevitables y necesarios, pues en la vida es necesario concluir los ciclos y aprender a decir adiós.

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