viernes, 20 de enero de 2017

Lección 8: Tomar parte en riñas

En ocasiones nos sentimos muy enojados, ofendidos o humillados por y con alguna persona, en cuyo caso nos invade un enorme deseo de lanzarnos a los golpes para soltar con ello ala ira que ha surdido en nuestro interior. La sensación es tan clara como la frase popular que dice "la Sangre se me subió a la cabeza", o como una olla de presión que explota y causa miles de destrozos a su alrededor. Sin embargo, si echamos un vistazo al futuro, esos golpes, además de dejarnos un ojo hinchado, los labios sangrando y/o la nariz rota, no nos ayudaron a sacar la sensación que llevamos en nuestro interior: en el fondo seguimos molestos y lastimados y aún no tenemos muy claro por qué.



Quizá si hubiéramos hablado entenderíamos por qué nos ofendieron o por qué la otra persona insistía en lastimarnos; tal vez si hubiéramos ignorado las agresiones y las provocaciones, nos habríamos sentido satisfechos de no haber caído en el juego de  esa persona.


A veces sentimos que nuestras emociones se apropian de nuestra mente - cuerpo y en medio de esas sensaciones empezamos a perder el control y a actuar sólo por impulso: ya no pensamos en lo que decimos, sino actuamos y nos dejamos ir hasta que "la vida" o alguien nos detenga.

Esto es curioso, pues cuando recordamos la situación ya ni siquiera sabemos dónde empezó el asunto y por qué nos causó tanta ira y a veces a demás nos sentimos mal y llenos de culpa por lo sucedido. El asunto es que finalmente no solucionamos lo que nos molestó y sólo tenemos una razón más para sentirnos peor.






Lección 7: Conoce tu cuerpo

Conocer  y aceptar el propio cuerpo es tener mucho ganado en el terreno sexual. Nos comunicamos a través de él, nos representa como personas, nos vincula a otros o por el contrario, nos aísla.

Mensaje Protector: nuestro cuerpo nos acompañará siempre mientras tengamos vida; por ello conocerlo sin miedo y con alegría ayuda a incrementar el amor por nosotros.


El aprender a conocer nuestro cuerpo también nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, a poder identificar de qué manera podemos comunicarnos con los demás y qué es lo que realmente expresamos con este.



Leccion 6: Las despedidas

Desde antes de nacer ya nos encontramos rodeados de personas que después van a ayudar a moldearnos como seres sociales, mediante diversas conductas, actitudes, costumbres, características, etcétera, que van desde lo aparentemente más simple, como asignarnos un nombre que nos acompañará (generalmente) por el resto de la vida, hasta aspectos aún más complejos. El asunto es que con esa ayuda, el ambiente que nos rodea y el propio desarrollo vamos formando lo que será nuestra personalidad; además en este proceso que dura toda la vida, también definimos intereses y valores.



Cuando se es niño o niña, a lo largo de la infancia se tienen amistades muy estrechas con algunos compañeros de la escuela, vecinos, primos, etcétera, a los que nos unen obstante, conforme pasa el tiempo y empezamos a crecer, de la misma manera como cambian nuestro cuerpo nuestras emociones, también se modifica nuestro carácter o forma de ser, la manera como pensamos y/o las cosas que nos gustan y nos interesan.


Entonces puede haber rupturas o distanciamientos con quienes eran nuestros viejos amigos y amigas, para dejar entrar en nuestra vidas a personas que en ese momento serán más afines a nosotros. También puede suceder que estas rupturas ocurran porque terminamos la primaria y debemos cambiar de escuela o porque nuestros padres han encontrado otro lugar mejor para nosotros, porque nos cambiamos de casa, de ciudad y hasta de país.
En estos momentos, las despedidas son difíciles: hay que decir adiós a la gente que queremos y volver a empezar todo el proceso de conocer gente nueva y adaptarnos a nuevos lugares.


Cuando esto ocurre como un proceso natural (es decir, cuando nos separamos de los viejos amigos y amigas porque encontramos otros con quienes nos identificamos más), los sentimientos que se nos presentan son muy variados, desde sentirnos mal porque el otro no deja de llamarnos e invitarnos a jugar y nosotros ya no nos divertimos igual, hasta la situación contraria, cuando somos los que no debamos de invitar al otro y recibimos siempre negativas de su parte, en cuyo caso nos sentimos solos, traicionados y abandonados. Aquí las despedidas son de otro tipo y en ocasiones son adioses solitarios, íntimos y callados, pero en ambos casos inevitables y necesarios, pues en la vida es necesario concluir los ciclos y aprender a decir adiós.