Una de las muchas drogas, frecuentemente la de mayor importancia por la facilidad con que entra en la vida de los adolescentes y los adultos, es el alcohol. A pesar de que el alcohol es una droga legal y socialmente aceptada, los efectos de su consumo y abuso pueden llevar al desarrollo de una adicción, y de gran cantidad de problemas en el cuerpo y en al personalidad de los seres humanos. Lo más grave de ello es que por ser aceptado en el medio social, generalmente no se miden las consecuencias de su consumo y para cuando la gente adquiere conciencia de que tiene un problema relacionado con el alcohol, suele ser demasiado tarde, pues para entonces ha desarrollado una enfermedad: alcoholismo.
El consumo de alcohol produce diversos cambios en el comportamiento y, aun en pequeñas dosis, afecta de manera significativa el juicio y la coordinación necesarios para realizar diversas actividades, como conducir un automóvil. En dosis pequeñas y moderadas, el alcohol puede aumentar la incidencia de diversos actos agresivos, como el maltrato físico entre personas que, de no haber consumido ninguna bebida alcohólica, no se comportaría de manera violenta.
El consumo continuado de alcohol termina por causar dependencia, en cuyo caso la repentina interrupción de la ingestión produce síntomas como ansiedad pronunciada, temblores, alucinaciones y hasta convulsiones. Los efectos a largo plazo del consumo en grandes cantidades de alcohol, sobre todo conjuntamente con una nutrición deficiente, suelen ocasionar daños permanentes en órganos vitales, como el cerebro y el hígado (sí las células del hígado pudieran hablar, describirían las bebidas alcohólicas como exigentes y egocéntricas, totalmente contrarias al estilo con que el hígado maneja sus actividades).
Mensaje Protector: desafortunadamente existen a nuestro alrededor sustancias que nos dan a pesar de que la sociedad las acepta y suele consumirlas. Aprender a decirle no al consumo de esas sustancias es nuestra responsabilidad y parte de nuestro crecimiento.
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